RV: ¿Cuándo empezó usted a escribir poesía? Y ¿Quién le otorgó el gusto por la literatura?
FV: A la edad de once años escribí algunos versos tras contemplaciones y paseos por los paisajes entre los que viví mi infancia y juventud. De un lado, la vega, las acequias, los álamos; de otro, los montes de olivos. En esos campos, auténticos remansos de vida y sementeras, encontré siempre la compasión para las dudas que queman vestidas de circunstancia que soy yo, que somos todos. Aquellos primeros versos nacieron gracias a la labor de un gran maestro, mi tío Benigno, Don Benigno. Todos los días escribía textos de autores clásicos en la pizarra para que los alumnos hiciésemos los comentarios literarios y lingüísticos pertinentes. Y de todo esto, contemplación paisajística y comentarios de textos nacen mis querencias literarias.
RV: ¿Cuál fue su primera publicación? ¿Qué representó para usted?
FV: Mi primera publicación fue un cuento titulado “Mi hermano el León”. El cuento narra las hazañas de un maravilloso perro que tuvimos en casa durante mi infancia. Entre otras gestas, cuidaba de Angelitas, mi hermana, que frecuentemente sufría ataques epilépticos y se mordía los labios y la lengua. Para que eso no ocurriera, mi madre le tenía puesto un chupete permanentemente en su boquita. El León permanecía horas y horas junto a ella sin quitar ojo de la boquita de mi hermana y su chupete, que cada vez que se lo quitaba o se le caía, ladraba para que acudiese mi madre, que, además de un negocio, atendía también las tareas de casa. ¡Pobre hermanita mía!. Murió con tan sólo once años de edad.
Compuse varios poemas dedicados a ella, recogidos en mi primer poemario publicado. Transcribo parcialmente uno de ellos: “En mi pecho una tristeza, /en mi mano una naranja/ y en mi boca un arco/ en espera de palabras. /que fueras ángel quiso el cielo, /antes que mujer fueras/… una pajarita blanca/ remontaba sencilla tu mirada/ y fueron para ti mis besos/ menesterosos besos de hermano a hermana/ … y yo me hundí para siempre/ en el temblor helado de la mañana, / al tocar tu nombre esculpido/ en el mármol gris de la lápida.”
RV: Vamos a hablar de su inspiración. ¿Cuáles son los modelos de poetas que le dieron ganas de escribir poesía?
FV: Siendo un niño llegó a mis manos un precioso cuento de Hermann Hesse, titulado “Iris, el lirio azul”. Su lectura generó en mí tales emociones que lograron despertar la inquietud necesaria para escribir poesía.
RV: Tres poetas que recomendaría leer al público
FV: Federico García Lorca, Antonio Machado y Juan Ramón Jimenez.
RV: ¿Cuáles son los temas más relevantes que introduce usted en su poesía y por qué?
FV: Para mí, la poesía es luz atrapada, y ese es el título de mi primer libro de poesía. “Para romper los pechos fríos/ aún nos queda la ternura susurrada, / para arrancar el ala dura y seca de los hombres:/ el gesto humilde y sencillo de palabras. /” Vida y amor son temas muy presentes en mi poesía. Federico García Lorca decía en uno de sus poemas, “Canción otoñal”: Y si la muerte es la muerte que será de los poetas.
Temas eternos en la poesía serán siempre la vida, el amor y la muerte, “estrellitas”. Están presentes en mis versos: “Mi casa es un charco de estrellitas que piso para mirarlas”
RV: ¿Qué poema de su creación recomendaría leer y por qué?
FV: “Alfonso en la ribera del junco y la palabra”. Elegía a un grande, como amigo y como persona.
RV: Para terminar nuestra entrevista, ¿cómo resumiría su creación poética, en algunas palabras?
FV: Mi poesía anhela ser el canto fugaz de una estrella, y ese canto no puede ser más que luz. Luz que pretende dibujar las líneas del sentimiento y de las emociones. En pos de esa verdad camina mi poesía. En principio fue la luz. Luz que alumbra el sentimiento verdadero y que, logra al fin que este se haga poesía.