Frida Kahlo: Hola, Dalí. Hoy me levanté con las cejas más grandes que el bigote de tu reloj derretido. ¿Cómo estás?
Salvador Dalí: ¡Frida, mi musa del dolor y color! Yo, bien, aunque esta mañana me encontré desayunando un huevo frito que decidió volar como una mariposa. Así que ya ves, todo muy normal.
Frida Kahlo: Eso suena como un día típico en tu mundo, Dalí. Ayer soñé que mis monos estaban pintando un mural en el techo de mi casa, pero cada pincelada se convertía en un hilo de mi cabello.
Salvador Dalí : Ah, ¡el cabello que teje realidades! Me recuerda a la vez que intenté pintar un elefante sobre una hormiga, pero la hormiga comenzó a quejarse de que no había firmado un contrato para eso.
Salvador Dalí: Frida, querida, peces esos dorados son las joyas más preciadas de tu universo líquido. Yo, en cambio, hoy vi una nube que decidió volverse sólida y aterrizar en mi jardín. Se convirtió en una escultura de mármol con alas de ángel. Pero, claro, las alas se desprendieron y volaron hacia el sol.
Frida Kahlo: Las alas siempre buscan el sol, incluso cuando nacen del mármol. Yo pinté una mariposa esta mañana, pero cuando me di la vuelta, se había transformado en una pequeña Frida que lloraba flores. Le preguntó por qué lloraba, y me respondió que las flores eran sus palabras no dichas.